domingo, 13 de marzo de 2011

Una Pequeña Historia


Una noche templada, en medio de un patio de una casa grande. Un patio muy común entre las casas de ciudad, y de familia de nivel medio bajo. Se encontraba un niño sentado en un tabique. Un niño de aproximadamente 4 o 5 años de edad. Era un niño algo grande de estatura para su edad. Cabello negro y piel morena. Ojos cafés y expresivos, comúnmente llamados tristones. Este niño era algo tímido, y hasta la fecha lo es. Le encantaba jugar con sus primos y gustaba mucho de los cuentos que sus padres le leían antes de dormir.
Sentado, cansado y esperando... aguardando en silencio y bien quietecito. Tan solo con la compañía del cálido viento que se puede percibir en las noches de verano. Esperaba algo que el mismo no sabía que era...
De pronto el niño comenzó a sollozar en silencio, y lagrimas grandes y abundantes comenzaron a brotar de sus casi negros ojos, empapando así sus mejillas y parte de su cuello hasta mojar el pequeño chaleco de estambre que su madre había bordado para él. En medio de un patio común, de una casa común de ciudad, se encontraba un niño triste por causa de una herida profunda en su corazón. Herida causada por su inocente curiosidad. Una noticia lo había sacado tal vez para siempre de sus juegos y de su mundo infantil de luz y color.
¿Que podría ser tan terrible como para hacer que un niño de 4 o 5 años perdiera su ilusión?
De repente, de una casa pequeña con techo de láminas de asbesto, aparece una señora con los ojos más amables que jamás pude haber conocido. Una señora con paso pesado, pero con la habilidad y la fuerza que muchas personas menores que ella envidiarían sin lugar a dudas. Sus ojos amables parecían haber derramado lagrimas durante un largo periodo de tiempo, haciéndolos visiblemente cansados, irritados y tristes. Se apresuro a abrazar al niño y se sentó junto a él en un pequeño banco.
-¿Qué haces hijo?-
-...-
-¿por qué lloras mijo?-
-...-
-Ya viste las estrellas, casi nunca se ven tantas, pero ahora el cielo está muy estrellado-
Con un movimiento pesado, el niño miro al cielo y se quedo maravillado del hermoso cielo estrellado que pocas veces en la cuidad se puede apreciar. Y a un lado de este cielo, una luna que parecía iluminarlo con un resplandor plateado, que contrastaba perfectamente con los pequeños puntos brillantes que parecían parpadear y entonar una pequeña melodía. Todo parecía tan tranquilo y sereno que por un momento, el niño dejo ver una leve sonrisa.
-Esta hermoso el cielo ¿no? Cuando estés triste, y creas que estés solito, jamás olvides en mirar las estrellas mijo. Cada una de ellas es un deseo, y una ilusión hijo. Trata de alcanzar esas estrellas y recuerda siempre que pase lo que pase, te queremos mucho-
El niño solo pudo abrazarla y desde ese día, cada noche, no deja de mirar las estrellas. Porque sabe que en ellas puede encontrar un refugio, un consuelo, una ilusión... Y desde ese día, ese niño vive agradecido por que le enseñaron a contemplar y admirar las estrellas...

 Al-x Lion


1 comentario:

Escalera cielo

Escalera cielo
Jamás se venzan, jamás se rindan