lunes, 6 de mayo de 2013

Renuncio a ti

¡Amigo mío!

¿Cómo has estado?... ¿Qué crees? Leí tu carta pasada y tome una decisión. Perdón por contestar casi cuatro meses después, andaba perdido. Gracias, no sé que esté pasando por tu vida, pero ahora que deje ir esa relación enfermiza y que estoy a punto de contraer matrimonio con la persona que se es el amor de mi vida, solo puedo decirte gracias por esa platica a principios de año. Era lo que pedía a gritos, una solución a eso que vivía y que no encontraba la salida. Hoy, puedo gritarle al mundo que renuncie al sufrimiento, al dolor. Renuncie a lo que más  me aferraba y creía que era mi felicidad.

Quiero re transmitirte parte del mensaje, por si te animas a publicarlo. Como sabes, entre en una relación en la que no era dichoso. En una relación en la que me sentía abandonado, relegado y solo. Vivía y soñaba con ella y hasta llegue a imaginarnos juntos con nuestros hijos, y nuestra casa, y nuestras vidas juntos viajando, y disfrutando. Ella era casi perfecta, la mujer ideal; o la idealice, no lo sé. Lo que si se, es que hice todo lo que pude para hacer que nuestras vidas estuvieran juntas. Pero ¿Sabes una cosa? Algo no estaba bien. La notaba ausente, desinteresada en nosotros y poco entusiasta, algo que no había mostrado a principio de la relación. Posteriormente por medio de un amigo me di cuenta que había tenido una relación cuando empezamos la nuestra. Y aunque termino esa relación, nunca pudo despegarse ese amor del pecho. Amigo, me destrozo el corazón. ¿Cuántas veces pensamos en la otra persona como la dueña de nuestra felicidad? ¿Cuántas veces dejamos en ellos la pesada labor de completarnos o hacernos eternamente felices? La verdad, esperaba que cambiara. Y así pasaron los años. Pero su indiferencia ante nuestra relación fue en aumento y mi sufrir igual. Las ausencias se comenzaron a hacer más largas y constantes. Las palabras y gestos de amor menos frecuentes y más fríos. ¡Incluso peleábamos más por incomprensiones! Y tú me viste, era un despojo de ser humano. Leí el libro que me recomendaste. ¡Que Cabrón  Me hiciste no dormir en varios días. ¿Por qué me había aferrado a alguien a quien no le interesaba más que sanarse a sí misma por el dolor causado por su pasada relación? Quiero decirte que hubo intentos, varios, para terminar la ya muy fracturada relación, pero ambos seguíamos siendo dependientes del otro: Yo de ella, porque creía que algún día iba a cambiar; porque creí que un día se daría cuanta de cuanto la ame y lo que estaba dispuesto a hacer por ella… Y ella de mi, pues no sé, puede ser que le aterraba estar sola, o simplemente no quería perder la fuente segura de amor que tenía en mi, aunque no me amara. No sé. Y después todo, se puso peor… Ella entro en otra relación. A mí solo me decía que no sabía que sentía, que estaba confundida y que no quería perder mi amor.

“Si una persona no te está tratando con amor y respeto, que se aleje de ti es un regalo” Cuando leí esta frase de Don Miguel Ruiz en tu pagina de twitter, recordé el libro y lo entendí. Ahora, deje de intentar darle el trabajo a esa persona de hacerme feliz, dichoso y amado. Me dijiste que intentara imaginarme en una relación en la que la otra persona pone todas sus esperanzas de amor en mí, y que yo no sintiera la misma pasión o el mismo amor… Y me imagine a Sandra y a mí, pero en papeles invertidos. ¡Ya entendí a lo que te referías!... ¡Qué difícil! ¡Qué agobiante y que cansado! Evidentemente, como ahora te estás enterando, termine definitivamente con esa relación. Esto solo es parte de lo que en su momento exprese con mucho amor pero con firmeza:

“Renuncio a ti, porque me hieres, porque me lastimas. Porque crees que por el simple hecho de amarte puedes entrar y salir de mi vida sin que nada pase. Renuncio a ti porque me sentí solo, porque no estuviste a la altura de este amor. Renuncio a ti porque merezco ser feliz, y ahora entiendo que mi felicidad, por más que luche, no está contigo. Mira, renuncio a ti por una razón más importante: Renuncio a ti, no porque no te ame, sino porque me amo más a mí. Porque regreso a la relación de amor conmigo… Porque me abandone para estar contigo; se que no me lo pediste con palabras… Renuncio a ese deseo de estar siempre a tu lado; porque más que deseo, era temor, era necesidad, era apego, no sé lo que haya sido, pero seguro no era amor. Reparo mi vida, porque quiero compartirla, no completarla. Porque quiero ser felicidad, no esperar de alguien más felicidad. Renuncio y sencillamente te dejo ir. Mucha suerte y bendiciones”

¿Sabes? ¡Ya sonrió más! Y ¿Sabes que mas?... Todos… ¡TODOS! los que nos aferramos a una persona y la vemos como el objeto de nuestra felicidad, deberíamos tener el valor de simplemente dejarla ir y renunciar a ella. No por falta de amor hacia ella, sino por amor a nosotros mismos. Prefiero ser mi propia fuente de felicidad y embriagar a los demás de su dulce néctar. Estoy aprendiendo a solicitar sin ser extenuante ni pesado. También aprendí a ser más tolerante y a saber dar libertad. Aprendí a amar porque me amo a mi mismo. ¿Cuándo me hubieras imaginado a mi hablando así? 

Amigo mío, no todos tienen el valor de enfrentarse y aprender de los miedo pasados y muy pocos tienen la sabiduría de aprender de las experiencias ajenas. Ahora lo sé. Y ¿Sabes una cosa? Me alegro de todo lo que pase, porque ahora puedo apreciar lo hermoso de estar en una relación con verdadero propósito, un propósito en común, ósea, una relación verdaderamente de dos.

¡Gracias por los consejos, y gracias por el libro! Dejar de aferrarnos al pasado y de agobiarnos por el futuro, puede ser la clave para un mejor presente. Deje de preocuparme por el dolor del pasado, y deje de agobiarme por aferrarme a ella en mi futuro, y la solté en el presente, y mi presente ahora pinta de un hermoso color.

Por último: Suelta, Confía y Se Feliz. Que el éxito, el amor y la felicidad abunden en tu vida, hermano.

Gracias por todo.

Ricardo.


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Jamás se venzan, jamás se rindan